Estambul, el Muro de Teodosio

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Esta impresionante muralla que protegía la Constantinopla no es una muralla cualquiera. Su caída supuso el fin de la Edad Media. Metafóricamente hablando, la gente se fue a dormir »medieval» y se despertó »moderna» un 29 de Mayo de 1453. 😉

Se trata de la muralla más fuerte, poderosa, grande e imponente de toda la Edad Media. Esta muralla fue modificándose a lo largo de los 1000 años de historia del Imperio Bizantino. Fue construida por el emperador Constantino sobre el siglo IV y reforzada por Teodosio II quien dio nombre a la muralla. Llegó a aguantar un total de 64 asaltos.

Aún puede ser visitada y puedes darte cuenta de su extensión y dimensiones a las afueras de Estambul. Se trata de un largo recorrido y se puede llegar allí en bus desde el centro de la ciudad de forma fácil. Mi consejo es que vayáis a la zona que cae cerca de San Salvador de Chora, una iglesia muy bonita y recomendable para visitar.

Situaros en el siguiente escenario. 29 de Mayo de 1453 a las 00:00h. Amanece en la ciudad de Constantinopla, capital del Imperio Bizantino, la cual está siendo asediada desde hace meses. La ayuda que llevan años solicitando de otros reinos cristianos de Europa esta vez no llegará. Fuera de los muros, aguardan las tropas otomanas de Mehmed II, el orgulloso Sultán otomano que tiene una única fijación, tomar la inexpugnable ciudad de Constantinopla, hacer lo que nadie había hecho hasta entonces, derrumbar la muralla y derrotar definitivamente al Imperio Romano de Oriente que agoniza desde hace más de un siglo. Para ello dispone de un nuevo artilugio, un enorme cañón de pólvora capaz de dañar seriamente la muralla de Constantinopla.

Dentro de las murallas, en la ciudad, se respira una calma tensa, los más beatos se acogen a los ritos cristianos ortodoxos en la preciosa basílica patriarcal de Santa Sofia junto a su emperador, Constantino XI. Saben que la ciudad va a caer y que es la última vez que este rito se llevará acabo después de más de mil años de historia. El fin de su mundo se aproxima, los otomanos de religión musulmana no dejarán títere con cabeza y su religión cristiano ortodoxa tiene los días contados. Cuando asalten la ciudad, no habrá hombre, mujer, niño o anciano a salvo de las garras de los conquistadores que saquearán la ciudad, robarán y violarán como desgraciadamente es costumbre tras una conquista incluso en nuestros días. Por ello, rendirse no es una opción. El emperador Constantino XI, último emperador Bizantino, ha decidido resistir hasta el final, victoria o muerte. Con él, las últimas tropas imperiales y un montón de ciudadanos que se niegan a rendirse ante los infieles. Los sabios de la ciudad, esconden los tesoros y libros más preciados, muchas obras de arte serán robadas como anteriormente había pasado con los cruzados en 1204. Muchas otras obras, peviendo el final agónico de los bizantinos, hacía tiempo que las habian sacado fuera de la ciudad. El emperador escribió una carta final a su enemigo Mehmed II, en ella se lamentaba de su destino a la vez que se acogía a la piedad de su dios.

Carta de Constantino XI a Mehmet II

“Ya que has optado por la guerra y no puedo persuadirte con juramentos ni con palabras halagüeñas, haz lo que quieras; en cuanto a mí, me refugio en Dios y si está en su voluntad darte esta ciudad, ¿quién podrá oponerse?… Yo, desde este momento, he cerrado las puertas de la ciudad y protegeré a sus habitantes en la medida de lo posible; tú ejerces tu poder oprimiendo pero llegará el día en que el Buen Juez dicte a ambos, a mí y a ti, la justa sentencia.”

El sitio que había empezado el 7 de abril llevaba ya dos meses prácticamente. Dentro, la ciudad que fue conocida como la más bella, rica y orgullosa de toda la Edad Media agonizaba y sus habitantes poco más de 5000, vivían en la más absoluta de las miserias. El gran cañón otomano empezó a golpear la muralla una vez más sobre la 1:00h, se iniciaba así el asalto final. El cañon era una enorme arma bélica construida por un ingeniero búlgaro conocido como la gran Bombarda. Suponía una auténtica novedad y utilizaba pólvora.Tenía 9 metros de longitud y para trasladar el arma frente los muros de Constantinopla había hecho falta un contingente formado por cientos de bueyes y 100 hombres a una velocidad de 2km por día.

El general Genovés encargado de la defensa hizo lo que pudo junto a el emperador pero fue herido de gravedad y tuvo que retirarse, cosa que hizo cundir el pesimismo sobre los soldados genoveses que habían llegado a la ciudad para ayudar a los bizantinos. El final del eterno asedio llegó sobre las 10:00h de la mañana, cuando los soldados jenízaros otomanos entraron por una especie de puerta de evacuación de la muralla que los bizantinos habían descuidado. El emperador junto a sus tropas decidió acudir a la zona atacada para hacerles frente, pero al tomar la torreta los turcos alzaron la bandera de media luna. Cuando los bizantinos vieron la bandera turca cerca del palacio del emperador cundió el pánico, todo estaba perdido, muchos se retiraron y los pocos que acudieron a la ayuda de su emperador perecieron con él, luchando en la muralla. Se dice que el emperador Constantino XI viendo la muerte tan cerca, se quitó las insignias imperiales para que el Turco no pudiera reconocerle, se mezclo como un soldado más y murió entre la muchedumbre. Nunca más se supo de él. Algunas fuentes dicen que mató a cerca de 600 hombres, como le había prometido a su gran enemigo Mehmed II, pero suena más a fantasía que a realidad.

Una vez muerto el emperador bizantino, Mehmed entró a caballo en Santa Sofia y de un espadazo marcó uno de los pilares de la basílica, marca que aún hoy puede observarse. Había hecho lo que nadie había hecho antes y por ello le quedó el sobrenombre del Conquistador. Hizo de Constantinopla la capital de su nuevo imperio y desde aquí, él y sus descendientes dirigirán ataques contra Europa, con la idea de expandir su credo por toda Europa.

La caída de Constantinopla para algunos no supuso la debacle total del cristianismo ortodoxo ya que pudo sobrevivir hasta nuestros días aunque de forma casi marginal en Constantinopla. La capital del cristianismo ortodoxo con el tiempo pasaría a ser Moscú donde una descendiente del último emperador bizantino pudo salvarse de los otomanos y casarse con el duque de la ciudad. Por ello, Moscú es conocida como la Tercera Roma.

Para otros la caída del Imperio Bizantino supuso el final del mundo antiguo, empezaba la etapa moderna y el mediterráneo oriental permanecerá dominado por los otomanos durante muchos siglos. Esto provocará que los reinos cristianos europeos busquen rutas alternativas para llegar a oriente y llevará a los castellanos a descubrir América.

Parte de los artistas y obras de arte se trasladarán en Italia huyendo de los otomanos, hecho que provocará el desarrollo de un nuevo arte que asombrará el mundo conocido como el Renacimiento.

Este fue el trágico final del Imperio Bizantino, una cultura que creció, floreció y finalmente se marchitó después de 1000 años de historia. Atrás deja una increíble arquitectura, joyas sublimes, armamento perfectamente refinado, libros de una producción maravillosa, el cristianismo ortodoxo, su arte y un sinfín de relatos que no dejan de asombrar a aquellos que se aproximan a su historia.


 

Cerca de la muralla, se puede visitar una preciosa iglesia bizantina que aún conserva parte del esplendor que tuviera antaño. El arte bizantino es muy característico con su pintura 2D con todo tipo de detalles pintado con oro y llena de inscripciones griegas. La iglesia de San Salvador de Cora permite a los visitantes adentrarse en una auténtica iglesia bizantina y contemplar frescos perfectamente decorados que nos muestran la religiosidad de una cultura antaño rica y orgullosa. Esta visita no está dentro del tour más tradicional porque no se encuentra en el centro de la ciudad pero considero que es una visita obligada más allá de Santa Sofia, el Palacio del Topkapi y la Mezquita Azul.

Os dejamos unas imágenes de la visita que realizamos a la muralla y a la iglesia.

 

 

 

 

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