Jaisalmer, la ciudad dorada.

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Jaisalmer es la joya del desierto Thar y en su día fue una prospera fortaleza en mitad de la nada, que ganó importancia estratégica por ser ruta de paso de las caravanas comerciales.

El gran encanto de esta ciudad es su fortificación del siglo XII. Esta fortificación esta rodeada de unas poderosas murallas y en su interior se encuentra una pequeña ciudad en sí misma, con sus tiendas, sus templos y por supuesto sus viviendas. Actualmente muchas personas siguen viviendo en una de las numerosas casas que se encuentran dentro de la fortaleza.

También otro de los encantos del lugar es visitar el casco antiguo de la ciudad fuera de las murallas donde se pueden apreciar las famosas havelis (casas tradicionales indias) construidas en su día por poderosos comerciales ya que de esta manera mostraban su riqueza.

Nosotros comenzamos el día con un guía que nos asignó nuestro amigo Narendra, aunque yo le había dicho previamente que no quería ningún guía y solo precisaba de un conductor para realizar nuestro viaje. El guía hablaba un español macarrónico pero entendible. Nos dijo que era de la casta de los guerreros y nos llevó al barrio de las havelis. Ya desde el principio nos pareció algo pesado, puede sonar raro pero a mi mujer y a mí nos gusta visitar los lugares a nuestro ritmo, a nuestro rollo y aunque nos perdamos detalles nos vale más la sensación y el feeling que el lugar nos puede transmitir que no llenarnos la cabeza con un montón de información que olvidaremos al cabo de unas horas. Nuestro guía era de lo más pesado, nos decía donde sacar una foto, donde ir y nos metió por estrechas calles por las que realmente Susana no quería pasar puesto que estaban bloqueadas por toros con enormes cuernos en mitad de ellas.

Por cierto, paseando por estas calles estrechas pudimos ver a una perra que hacía minutos había parido y que estaba transportando con la boca sus cachorros recién nacidos, mientras estos lloraban. Una vez más la vida y la muerte se pueden palpar en cada rincón de la India.

Después de visitar este barrio fuimos a la fortaleza, nos encantó la entrada y la puesta en escena. Una ciudad dentro de los propios muros tiene un encanto enorme. Pensar que muchas de las fortalezas que se ven en la India son lugares abandonados que ahora sirven de museo pero que ya no tienen una utilidad real salvo la turística (que no es poco). En cambio, la ciudad fortificada de Jaisalmer conserva su autenticidad en cierta forma, puesto que dentro aún viven cientos de personas y puedes ver negocios y mucho movimiento dentro. Dentro de la ciudad fortificada puedes visitar lo que era el antiguo palacio del Maharaja. En este caso si que debes pagar por entrar y esto si que es un museo, aunque el palacio sigue perteneciendo a la familia del propio Maharaja. Muchos de estos antiguos reyezuelos siguen existiendo, lo que pasa es que ya no viven en sus palacios fortificados, sino en mansiones del siglo XXI y muchos de ellos son prósperos hombres de negocios.

Nuestro guía cada vez nos irritaba más, íbamos de un lado a otro sin sentido y con mucha prisa, claro, debes entender que para ellos el gran negocio llega cuando te llevan a la tienda X para que te dejes el dinero en ella, el resto es relleno. Cuando salimos del palacio le dije de forma amable que muchas gracias pero se podía marchar, ya no requeríamos de sus servicios. El hombre montó en cólera, decía que era un deshonor y que debía acabar la visita con él y yo le dije que no teníamos porque aguantarlo sino queríamos, que igualmente le pagaríamos por la ruta que había hecho y que se podía marchar. El hombre empezó a llamar a Narendra su jefe para informarle y nosotros decidimos ir al templo de la fortificación. El guía pesado decidió seguirnos y me dijo que le dejáramos acompañarnos para acabar de esta manera la visita en el templo y luego nos devolvería para el hotel. Muy a regañadientes aceptamos y hicimos la visita al templo con cierto mal ambiente entre el guía y nosotros. Aunque he de decir que el templo era precioso y dentro pude sentir la paz que estos sitios ofrecen ya que practicamos un poco de meditación.

Cuando salimos de la visita al templo rápidamente nos sacó de la fortificación y nos llevó a donde realmente el quería una asociación de viudas tejedoras de no sé que historia que venía a ser la típica tienda asociada con el guía, nosotros nos negamos a entrar y luego nos llevó a un restaurante a las 12 de la mañana que por supuesto estaba asociado con el guía y que no tenía ningún cliente (cuando otros restaurantes estaban llenos de turistas) nosotros después de mirar la carta también nos negamos a comer allí. Le dije que nos acompañara al hotel y se largara, y así hizo. Cuando el tipo de largó se quejó de nosotros a nuestro conductor. Nuestro conductor le hizo una mueca como diciendo »y a mí que me explicas».

Yo le deje bien claro a nuestro conductor y a Narendra que no queríamos ningún guía más salvo en la ciudad de Varanasi (porque esa ciudad es un caos y lo prefería así) para el resto del viaje. Pero he de decir que los indios pueden llegar a ser muy pesados y algún guía más nos intentaron colar aunque esta vez ni nos molestamos en presentarnos para hacer el tour. Aquí meto una pequeña crítica a Narendra, creo que sus tours con el tiempo se han vuelto un poco »comerciales» y »típicos», si contratas un chofer y un tipo de viaje a tu bola es precisamente porque no quieres hacer el típico recorrido ni tener al típico guía pesado que te lleva de un sitio a otro a toda prisa, deberían entender un poco al público que le contrata. Por suerte lo supimos cortar a tiempo y dejar claro que tipo de viaje buscamos.

Cuando finalmente nos quitamos de encima a nuestro »querido» guía volvimos a visitar un poco la ciudad a nuestra bola y comimos en un restaurante sencillo pero precioso con unas vistas preciosas a la ciudad desde su terraza. El restaurante era regentado por unos Tibetanos y tenían especialidades propias de su país.

Finalmente tuvimos que coger el coche y dirigirnos hacía un nuevo destino el desierto Thar. No sin antes hacer una parada por el Lago Hadisar Sagar para relajarnos un poco y disfrutar de las vistas que ofrecía. En la siguiente entrada relataremos como fue nuestra visita al desierto Thar en camello y que tal fue nuestra experiencia durmiendo al raso en el propio desierto.

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