Si eres amante de la naturaleza y de la historia en Angkor encontrarás las dos cosas juntas, la capital del antiguo Imperio Jemer dejó unos tesoros arqueológicos que hoy en día son una de las atracciones turísticas más famosas de todo el mundo. Los templos de Angkor es un conjunto de decenas de templos (grandes y pequeños) esparcidos por la jungla alrededor de unos 200km2 de extensión, aunque cada año se hacen nuevos descubrimientos y la red se va ampliando. Se hace difícil decir que es el lugar más impresionante en el que hemos estado, pero desde luego no hay ninguno que lo supere, como mucho lo iguala.
Los templos de Angkor se sitúan cerca de la ciudad de Siem Riep, en el noroeste de Camboya. Angkor era la capital del Imperio Jemer, una cultura poderosa que dominó una amplia región del sudeste asiático y que estableció su capital en Angkor. La ciudad utilizaba el agua como su recurso más preciado, a través de una red de canales los habitantes se desplazaban y hacían circular todo tipo de mercancías necesarias para aprovisionar la capital del imperio. La cultura Jemer se desarrolló principalmente entre los siglos IX y XV y en su máximo apogeo construyó el famoso templo de Angkor Wat, Bayon, las murallas de la ciudadelas y Angkor Thom. Los templos hoy en día a parte de ser un centro arqueológico y turístico, es un lugar sagrado por los monjes hinduistas que viven en el lugar.
Aún hoy en día se estudia el Imperio Jemer, los historiadores se hacen muchas preguntas sobre cómo vivían, cómo estaban organizados socialmente y lo más importante cómo este imperio se hundió en el olvido dejando únicamente estos maravillosos templos comidos literalmente por la naturaleza en este impresionante paraje.
Los equipos de investigación arqueológica que trabajan aquí están dirigidos principalmente por universidades francesas aunque hay especialistas de todo el mundo, Angkor es el mayor parque arqueológico de todo el mundo y trabajar aquí es todo un honor.
Los templos de Angkor están rodeados de la jungla típica del sudeste asiático y las lluvias son abundantes. Nosotros entramos a Camboya después de pasar unos 15 días en Vietnam. Viajamos desde el norte de Vietnam hasta el sur y aproximadamente a la altura de Saigón (Ho Chi Minh) atravesamos el río Mekong para adentrarnos en Camboya, país vecino. Este recorrido se puede hacer de diversas maneras, nosotros optamos por hacerlo en autocar por falta de tiempo y debo decir que la experiencia fue bastante terrible. Estuvimos 13 horas en un autobús que pasaba por unas carreteras (si se pueden llamar así) a medio hacer y con la sensación de volcar en cualquier momento. También se puede optar por una ruta en lancha (como en Apocalypse now) pero hace falta disponer de más tiempo por lo menos dos días más. Cabe decir que está es mi película favorita y desde que la vi me sentí atraído por visitar Vietnam y Camboya.
Tenía el contacto de un buen amigo que es un gran viajero sobre un hombre de confianza que podría hacer de conductor por nosotros durante nuestra estancia en Siem Riep. Aproveché el largo viaje en autocar para llamarle porque íbamos a llegar muy tarde y necesitábamos que nos acercara al hotel y además concreté nuestra ruta de los próximos dos días que íbamos a estar allí. Cabe decir que cada día voy mejorando con el tema del inglés pero en 2014 tenía un nivel más bajo que ahora así que me costó bastante aclararme por teléfono en un autobús con todos los ruidos añadidos. Pero todo fue como la seda y cuando llegamos allá estaba nuestro chofer Tuk Tuk.
Un Tuk Tuk no es más que una moto a la cual han acoplado una especie de pequeña carroza para que puedan ir dos personas, es la manera más típica de moverte por estos lares y la verdad es que tiene su encanto. Pagamos creo que 20 dolares por día, podía haber salido más barato pero tampoco me gusta aprovecharme por el trabajo de una persona aunque sea un país muy pobre y con 20 dolares puedas conseguir mucho. Considero que ya 20 dolares por recogerte a las 5:30 y tenerte hasta las 17:00h arriba y abajo de un lugar a otro ya es poquito. Ellos aprovechan cuando te vas a visitar templos y se ponen a dormir en su Tuk Tuk esperando a que vuelvas. Nuestro conductor se portó tan bien que le di un dinero extra en agradecimiento, era un hombre sencillo de pocas palabras y muy tranquilo, cosa que agradezco.
No es obligatorio pillar Tuk Tuk para ir a Angkor, hay otras alternativas como ir en bici o en moto, ir andando es una opción poco viable básicamente porque hay bastante distancia como para hacerlo a pie. Incluso dentro de Angkor necesitas un vehículo para desplazarte de un lugar a otro y aún así necesitarás 2 días para ver bien Angkor. La idea inicial como cualquier turista, era levantarnos por la mañana, para ver la salida de sol en Angkor Wat. Una de las postales más famosas de todo el mundo, pero ese no fue nuestro caso porque ese día llovía a cantaros. Nos levantamos muy de madrugada sobre las 4:45h para prepararnos, ya que nuestro Tuk Tuk nos estaba esperando para llevarnos a Angkor.
Descubrimos nada más levantarnos que estaba lloviendo a saco, como suele llover por esas zonas. Una lluvia de película dejando colapsado la única carretera que conducía a Angkor y además la luz era escasa. Decidimos no amedrentarnos, nos pusimos nuestros chubasqueros y salimos al encuentro de nuestro conductor, él nos llevó hacia Angkor haciendo parada previamente en la puerta de entrada.
En la entrada te hacen un carnet de visitante y dependiendo de lo que hayas pagado tienes para más o menos días, la entrada es bastante cara creo recordar que eran unos 45 dólares por cabeza, pero realmente merece la pena. Nuestra entrada nos sirvió para los dos días que visitamos Angkor. Os podéis imaginar que caras teníamos en el carnet con una foto hecha a las 5:30h de la mañana, aún conservo los carnets por algún sitio de casa.
El Tuk Tuk siguió avanzando hasta que de repente se detuvo en mitad de la nada y nos dijo que ya habíamos llegado. Allí no se veía nada, estaba lloviendo fuerte y era aún noche cerrada pero decidí confiar en él. Además apenas podíamos levantar la cabeza con el chaparrón que estaba cayendo, lo único que veíamos era un montón de gente caminando hacía una dirección y decidimos seguirles porque intuimos que por allá estaría la entrada.
Seguimos avanzando unos diez minutos sumergiendo nuestros pies en agua y en ocasiones hasta casi las rodillas, parecía una locura seguir avanzando pero no quedaba otra. De repente cayó un trueno y el fondo se iluminó por primera vez. Durante un segundo pude ver la majestuosa silueta de Angkor Wat a lo lejos, parecía una mole gigante, un monstruoso edificio negro que hacía contraste con el fondo iluminado por el trueno. Avanzamos hasta que llegamos a lo que era una especie de portalada previa al templo donde la gran mayoría de guiris incluidos nosotros nos paramos a esperar a que la lluvia se apaciguara.
Cuando llegamos no veíamos nada, entramos en la gran portalada que se extendía a lo ancho del templo rodeándolo. Aquí encendimos un par de mecheros y descubrimos que esas paredes estaban llenas de arañas e inscripciones antiguas echas por los propios jemeres. Todos los visitantes estábamos igual, mirando inscripciones. Era como estar en una película de Indiana Jones en un templo antiguo con la única ayuda de una pequeña luz que te va descubriendo poco a poco inscripciones ancestrales. Aquí esperamos un rato y empezó a amanecer, poco a poco vimos como iba apareciendo el templo que teníamos delante de las narices y que habíamos intuido al caer el trueno, era más grande de lo que imaginábamos. Seguía lloviendo bastante así que aprovechamos para hacer algunas fotos desde la portalada.
La lluvia seguía cayendo fuertemente y ya llevábamos bastante rato en la portalada, yo me moría de ganas de visitar los templos y ningún guiri se movía de ahí por razones obvias, pero cuando amaneció lo suficiente (como veis en las fotos anteriores), decidí salir a pesar de a lluvia a visitar el templo. Susana no estaba nada convencida de seguirme (lógicamente las mujeres son más racionales), pero yo estaba dispuesto a ir aunque fuera solo, así que ella prefirió seguirme que quedarse en la entrada. Avanzamos por el camino que veis en la foto anterior y me llamó mucho la atención el enorme ruido que producían las ranas, era un canto casi ensordecedor de miles de ranas emitiendo sus sonidos característicos a la vez. Ellas estaban muy contentas, ya sabéis que nunca llueve a gusto de todos 🙂
Una vez avanzamos y mojándonos completamente llegamos a Angkor Wat. Allá pudimos disfrutar del templo prácticamente sin nadie, puesto que la gran mayoría se había quedado en la portalada inicial. Yo subía por una rampa y otra o cruzaba un patio hasta ponerme de agua hasta las rodillas. Cabe decir que en Angkor no hay ningún camino adaptado para los turistas y en ciertos puntos hay cierto riesgo de caerte haciéndote bastante daño y más si resbala por el agua, pero a mí me daba lo mismo, yo estaba encantado visitando el templo. La verdad es que era como un niño el día de reyes, estaba feliz como una perdiz.
Una vez visitamos Angkor Wat, la lluvia aflojó. Con aflojar me refiero a que llovía como estamos acostumbrados en Europa cuando llueve fuerte, pero al menos había dejado de ser lluvia torrencial. Recuerdo que antes de tomar el Tuk Tuk que nos esperaba donde nos había dejado, pude comprarme un café con leche para entrar en calor en un puesto ambulante del lugar. Cuando volví por el camino andando me di cuenta que habíamos avanzado al principio de todo sin ver nada por un puente que era bastante estrecho, vamos que nos podíamos haber matado perfectamente, pero ya sabes en estos países »todo es seguro amigo!!»
El siguiente templo que visitamos fue el famoso templos de las mil caras, el templo se llama Bayon y es posible que te suene de alguna película o imagen turística. Es uno de los símbolos ya no solo de Angkor sino de toda Camboya.
Como seguía lloviendo bastante pudimos visitar el templo sin que hubiera un alma dentro y además pude sacar unas cuantas fotos chulas, como la del Buda meditando en mitad de la lluvia, con una capa amarilla que hacía contraste con los colores apagados del lugar. La verdad es que parecía un lugar de ensueño, quienes construyeron esto tenían un gran sentido de la estética y aunque se haya deteriorado con el paso de los siglos, su belleza creo que no ha hecho más que aumentar. Al día siguiente pedí volver a este mismo templo para poder hacer una visita con el día despejado y pudimos disfrutar de otro tipo de imagen que ofrecía el templo, aquí dejo algunas fotos también.
Después de visitar este templo nos llevó a visitar otro y otro, cuyos nombres no recuerdo, pero todos tenían una belleza especial, además dejó de llover de repente y salió el sol así que pudimos sacar la cámara réflex sin miedo y dejar de echar fotos con el móvil que además no tenía muy buena cámara. Algunas fotos que estáis viendo fueron tomadas con la réflex aunque me jugué la cámara debido a que se podía mojar. Me sorprendieron enormemente las puertas de la muralla de Angkor, son increíbles.
Después visitamos uno de los templos más famosos de Angkor junto con los dos anteriores. Angkor Thom es famoso entre otras cosas por aparecer en la primera película de Tomb Raider y por esa imagen singular que ofrece de los árboles comiéndose literalmente al templo. Parece ser que la cultura jemer acabo decayendo porque hicieron un mal uso del agua y acabaron quedándose sin ese recurso tan preciado que sostenía la ciudad. Irónicamente la naturaleza con el paso de los siglos ha devorado a la cultura que no la respetó, podríamos considerarlo como puro karma.
Seguimos visitando mucho más templos a lo largo del día y para acabar volviendo pedí que nos dejara en el museo arqueológico de Siem Riep. La entrada es bastante cara y dudo bastante que los pobres camboyanos puedan entrar (a menos que no les hagan rebaja). Es un museo bastante nuevo y contiene piezas inigualables de la cultura jemer que merece la pena visitar y más si te dedicas a la historia. Visitarlo completamente te llevará más de tres horas y realmente vale la pena. La única crítica que debo hacer es que se aprovechan de los precios y la población local no puede disfrutar del museo y eso me parece no sólo elitista sino además malévolo. Considero que la cultura de un pueblo debe poder ser aprovechada por su propio pueblo y ser motivo de orgullo y no un eslogan propagandístico que da la espalda a los lugareños, pero bueno no es la primera vez que vemos cosas así. Aquí mismo en Barcelona (salvando las distancias), a los barceloneses nos parece un atraco en toda regla los precios que piden para entrar en según que otro monumento o sufrimos la privatización de parques que durante muchos años habían sido públicos (aunque no de inicio) como el Parc Güell, así que como se suele decirse »en todos los sitios cuecen habas».
Por la noche aprovechamos para visitar el pueblo de Siem Riep, donde los turistas montaban sus fiestas también aprovechando los bajos precios del alcohol. También aprovechamos para hacernos un masaje de pies por un dolar y disfrutar de la gastronomía local. Acabamos tomando una copa en un ruidoso local, sufriendo más por la calidad del agua que utilizaban para hacer los mojitos que por nuestros propios oídos.
Al día siguiente acordé volver a Angkor con nuestro conductor. Él me había propuesto ir a Kompong Phluk pero después de leer algunas críticas en Tripadvisor me pareció un poco trampa para turistas y preferí visitar en profundidad los templos de Angkor, repitiendo en algunos que no pudimos ver bien por la lluvia y otros que eran menos importantes y estaban más lejos de la entrada principal. Nos lo pasamos tan bien visitando los templos que queríamos repetir y desde luego acertamos ¡Angkor aún guardaba algunas sorpresas por descubrir, lo publicaré en la siguiente entrada!