Los templos de Angkor, Camboya (Segundo día)

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Los templos de Angkor nos gustaron tanto que decidimos dedicar un segundo día para profundizar la visita. Recomiendo dedicar al menos 2 días para ver bien Angkor, ya que hay muchos templos menores y alejados de Angkor Wat que el primer día no vas a poder ver y merecen la pena visitar. Además es un buen momento para repetir por aquellos templos que quizás te hayan gustado más.

El plan se repitió, nuestro Tuk Tuk nos vimos a recoger de buena mañana pero está vez nos levantamos más tarde. No teníamos fuerzas para ver la salida del sol en Angkor pero veríamos el atardecer ese mismo día, otra de las atracciones típicas que ofrece el lugar.  Ese día era bastante más soleado y no nos llovió. Después de desayunar bastante fuerte (porque vas a estar todo el día arriba y abajo), salimos en dirección a Angkor de nuevo. Camino a los templos encontramos algo que nos llamó la atención, parecía una manada de perros a lo lejos, pero no eran perros ¡eran monos!

Rápidamente le dije a nuestro conductor que parase, el no entendía nada pero nos vio tan emocionados de ver a los monos que se detuvo y nosotros como dos guiris locos corrimos hacía ellos. En general los monos tienen fama de ser unos divertidos sinvergüenzas pero los de Angkor se llevan la palma, hay muchos videos en youtube de monos camboyanos haciendo trastadas, saben abrir botellas de agua y se la beben sin ningún tipo de tapujos. Ellos se aproximan a los guiris y a los poblados porque los humanos les damos de comer. Sé que no es lo más correcto en estos casos, puesto que debemos dejar que los animales no dependan del hombre para alimentarse, pero eso es una batalla perdida en Angkor.

Nada más bajarnos para ver a los monos de cerca, se acercó una mujer con un puesto ambulante de frutas que misteriosamente apareció de la nada y compramos bastantes plátanos. Los plátanos del lugar eran bastante más pequeños de los que consumimos en Europa o America, son más pequeños pero están muy dulces. La fruta en Camboya está buenísima os recomiendo probar los cocos, son super nutritivos y no necesitas beber agua durante un buen rato después de tomarte un coco.

El caso es que plátanos en mano salimos al encuentro de los monos. Ellos se encontraban en su salsa, están muy acostumbrados a encontrarse a »pringados» como nosotros que le damos de comer, recuerdo que Susana estaba encantada dándoles de comer cuando de repente sentí que algo me tocaba la mano, pensaba que era Susana, pero era un mono camboyano que »amablemente» me invitaba a que le diera el resto de plátanos que tenía en la mano si no quería tener un problema mayor.

Alucinamos todavía más cuando vimos que uno de estos sin vergüenzas se había sentado en nuestro Tuk Tuk. Susana estaba emocionada y le dije que le diera un plátano. El mono cogió el plátano y rápidamente soltó una especie de gruñido a Susana, la verdad es que nos encantan estos monos, encima que les das de comer son unos bordes acabados. El mono ni corto ni perezoso se comió allí mismo el plátano haciéndose dueño del Tuk Tuk por unos momentos.Podéis ver aquí el video del momento.

De repente, todos los monos salieron corriendo incluido el mono sobre nuestro Tuk Tuk. Era como si hubieran visto al mismísimo diablo y no sabíamos que se acercaba en mitad de la jungla para que una manada de entre 15 y 20 monos saliera corriendo sin preocuparse de nada más. Por un momento dudamos si era seguro seguir allí puesto que no sabíamos si un depredador se acerba y de eso huían los monos, pero rápidamente pudimos ver que huían de otro mono. El mono que apareció a continuación no era un mono cualquiera, tenía pinta de ser el jefe de manada, era más grande, más fuerte y además tenía unos colores totalmente diferentes al resto. Si los otros monos no tenían ningún pudor en pedirte comida, este (o está porque era hembra) no pedía, exigía que le dieras de comer. Se sentó con la pose de un tipo importante y alargo la mano como diciendo »dame lo que es mío». Nosotros no íbamos a discutir con la matriarca de los monos así que decidimos darle toda la fruta que nos quedaba. Ella se zampó la comida allí mismo, sin alejarse ni moverse, no mostraba ningún tipo de miedo hacia nosotros. Cuando acabó de comer decidió seguir a su manada tranquilamente.

Esta fue la primera vez que vimos monos en libertad, después hemos ido viendo más en cada viaje por eso nos emocionó especialmente. Son unos animales que aunque sabemos que no te puedes fiar un pelo de ellos nos hacen mucha gracia. Quizás lo que más nos gusta de ellos es lo que mucha gente odia, que son unos sinvergüenzas de los cuales no te puedes fiar ni lo más mínimo. Los mismos Camboyanos los temen, ya que si tienes la mala suerte que uno de estos te muerde, ya puedes irte al hospital más cercano para que te pongan tropecientas inyecciones a fin de evitar un mal mayor.

Cabe decir que ya podemos hasta decir que somos unos »mini expertos» viendo monos en libertad y algún día colgaré un post sobre 5 claves de que se debe o no debe hacer cuando ves una manada de monos delante tuyo. Lo único que puedo adelantaros es que normalmente la manada de monos que estáis viendo tiene un jefe y a éste hay que respetarlo aún más que al resto, porque si lo miras directamente a los ojos o haces algo que no le gusta puede que de la orden para atacar y eso puede ser terrible, sobre todo si hablamos de grandes simios como los babuinos sudafricanos, tan respetados como temidos por los lugareños.

Por cierto la experiencia nos ha enseñado que no es buena idea dar de comer a los monos, es una práctica peligrosa y no la recomendamos, aunque nosotros como novatos caímos en la tentación. Aquí os dejo unas fotos, la primera foto corresponda a la del mono jefe, como podéis ver tiene un aspecto diferente del resto.


Una vez terminado el episodio de los monos, seguimos nuestro camino hacia Angkor. Aprovechamos el día soleado para visitar de nuevo Angkor Wat que el día anterior solo lo pudimos ver mientras nos caía el diluvio universal sobre la cabeza y repetimos en Bayon por la misma razón. Además son dos templos tan impresionantes que querrás verlos una y otra vez.

Después nos dirigimos a otros templos menores quizás menos interesantes que los primeros pero con su encanto dado que no vas a encontrar a prácticamente nadie y podrás visitar los templos totalmente en silencio y con el único sonido de los animales de la jungla.

Llegamos a un templo pequeño pero muy trabajado arquitectónicamente que estaba aparentemente vacío, la calor era asfixiante, nos sentamos en una sombra en mitad del templo para descansar un poco y de repente apareció el »guardián del templo». Era un gato bastante joven precioso que ni corto ni perezoso, se apalancó encima de Susana y se puso a dormir sin el más mínimo remordimiento. Susana y yo no sabíamos que hacer. ¿Habrá comido? ¿Quién cuida a este animal? ¡No teníamos comida para él! Estaba claro que el gato se cuidaba solo y si había comido o no, no era algo que en ese momento le preocupara, él solo quería dormir. Nos transmitió una calma y un amor increíbles, el reino animal una vez más nos dejó sin habla, ese día tuvimos la oportunidad de interactuar más con la fauna local y la verdad es que nos encantó.

Hablando de fauna local…los insectos y otros bichos en Angkor también son bastante grandes, vimos desde lagartos a sapos, pasando por caracoles tan grandes como una mano o arañadas enormes colgadas en los techos de los templos. Si no sois amigos de las arañas quizás os de un poco de reparo visitar los templos de Angkor porque podéis encontraros algunas del tamaño del Imperio Bizantino allá por el siglo V.

Para mí añadía un toque más de autenticidad, aunque cabe ser cauteloso y mirar donde pones la mano, porque puedes ser picado por una araña o mordido por una serpiente si no tienes cuidado.

La excursión acabó un poco antes que el día anterior y fuimos a eso del medio día a un restaurante local en Siem Riep para comer y descansar un poco. Nos despedimos de nuestro amigo del Tuk Tuk, que todavía teníamos que ver al día siguiente cuando nos llevaría al aeropuerto para volver a casa.

Después de comer y pasear un rato por la ciudad, pensamos que teníamos que ver la puesta de sol desde Angkor. Se debe subir a uno de los templos para ver la puesta de sol, hay un sitio especialmente orientado para los turistas que acuden en manada a eso de las 17:00h un poco antes de atardecer para hacer la subida de la montaña y llegar hasta un templo que desde su cima ofrece las mejores vistas para observar la puesta de sol.

Un consejo, si acudís a ver la puesta de sol, no se permiten entrar con camisetas de tirantes sin mangas o pantalones cortos. No me preguntéis exactamente cuál es la razón (si existe alguna) de esta regla, cuando te puedes pasear prácticamente en bolas por todo Camboya, aún no la entiendo. La única explicación razonable es que como hay tanta afluencia de gente que quiere ver la puesta de sol, hacen como una especie de »selección» arbitraría para echar a unos cuantos atrás y así liberar un poco el espacio, es la única razón que encuentro.

El caso es que necesitábamos otro Tuk Tuk que nos llevara de nuevo a Angkor y aquí apareció el mítico y legendario conductor del ¡Tuk Tuk Wifi! Era todo un personaje, tenía su Tuk Tuk »tuneado» con luces de neon y tenía un cartel gigante que decía que ofrecía wifi y Rock and Roll. Además tenía una pantalla gigante con unos altavoces acoplados poniendo música a todo trapo. A nosotros nos pareció una locura, pero que diantre estábamos en un país de locos ¿Qué importaba? Así que con nuestro nuevo conductor nos dirigimos a la zona de acceso al mirador en Angkor. El tío era una pasada, puso AC/DC a todo trapo y cada vez que veía un policía o alguien que le miraba le saludaba y les sacaba la lengua. 🙂

Cuando llegamos y pasamos el »control de acceso», tuvimos que subir por la montaña durante unos 20 minutos hasta llegar al templo. Una vez allí nos pusimos en la cola de guiris y esperamos a que fuera avanzando, la cola conducía a la parte superior del templo y allí elegimos un buen lugar donde sentarnos y disfrutar del paisaje.

La noche no se hizo esperar y observar el acontecimiento tiene su encanto en un lugar como Angkor. La puesta de sol se cierne sobre la jungla y los templos, mientras algunos animales lanzan sus gritos dando la bienvenida a una nueva noche.


Una vez vista la puesta de sol debes iniciar el descenso, siempre se baja un poco antes de que caiga la noche completamente por seguridad ya que sin luz puedes tropezarte por la montaña o puedes no ver una serpiente y podría ser peligroso. Al llegar abajo, no veíamos nuestro amigo del Tuk Tuk hasta que de repente escuchamos la música a todo trapo y vimos que nuestro conductor estaba rodeado de otros conductores de Tuk Tuk, los cuales alucinaban con el Tuk Tuk tuneado de nuestro conductor. El tío ni corto ni perezoso les estaba enseñando su pantalla acoplada al carro, los altavoces y las luces de neón. Cuando volvimos volvió a poner música rock de camino a Siem Riep, nos dejó en el centro de la ciudad donde nos quedamos para cenar y tomar algo. Le di una propina extra a nuestro conductor y le saqué una foto, estaba encantado con este tipo, todo un personaje. Me dijo que lo recomendara a mis amigos cuando volviera a Barcelona así que ya sabéis si os queréis divertir ¡elegir al auténtico Tuk Tuk Wifi!

Al día siguiente ya solo quedaba ir al aeropuerto de Siem Riep para tomar el avión de vuelta, nos aguardaría una desagradable sorpresa al comprobar que nuestro vuelo con la compañia China Southern había sido cancelado sin previo aviso y sin motivo aparente. Pero esa es otra historia que aprovecharé para explicar que se debe hacer en este tipo de casos. Como os podéis imaginar la odisea de nuestro viaje por Vietnam-Camboya todavía no había acabado, el viaje de vuelta con aviones cancelados y dos escalas fue toda una aventura.





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