¡Nos adentramos en el Serengeti en la búsqueda de los cinco grandes y mucho más!
Nos despertamos de buena mañana en el campamento a las afueras de Arusha, muy cerca de los parques naturales que habíamos visitado en los días anteriores (Tarangire y Manyara), con la misión de ir a pasar cuatro días en el Serengeti.
El Serengeti es un parque enorme, quizás uno de los más grandes del mundo, para adentrarte en él, debes ir en coche durante más de 6 horas desde la posición en la que estábamos.
Después de desayunar, conocimos a la pareja joven de holandeses de irían con nosotros durante esos cuatro días. Era una pareja bastante maja de Amsterdam, el chico (Jan) llevaba todo un equipo profesional de fotografía, la verdad que al lado de su equipo, el mío parecía de juguete.
Allá estaba nuestro guía Patrick con el cocinero para preparar el coche que nos llevaría durante cuatro días por los rincones más inhóspitos de ese gran parque. Para ello debían aprovechar el espacio a consciencia, cada rincón era utilizado para meter una maleta o algún suplemento necesario para pasar aquellos días sin que nos faltase de nada. La verdad es que verlos hacer la tarea me recordaba en cierta medida a una especie de »tetris». Dicho así, sin verlo, parece que no tenga mérito, pero podéis creer que es toda una gesta organizar todo en un espacio tan pequeño.
Después de 3 horas de conducción llegamos a la primera parada, desde allá podíamos ver las espectaculares vistas del gran cráter del Ngorongoro desde las alturas. Se considera que el cráter del Ngorongoro es la zona delimitada de menor extensión en la que es posible encontrar a los 5 Grandes Animales (búfalo, león, leopardo, elefante y rinoceronte).
La visita la Ngorongoro la haríamos en nuestro cuarto y último día de safari. Por ahora, después de tomar unas cuantas fotos, seguiríamos nuestro camino hacía la entrada del Serengeti que aún estaba lejos.


Los traslados tan largos suelen ser duros. Primero porque el espacio puede llegar a ser reducido con tanto material dentro del coche. Segundo porque pasas muchas horas con la misma postura y se hace difícil y en tercer lugar, porque las carreteras no están prácticamente habilitadas para circular, ya no digamos pavimentadas. Ello hace, que adentrarse al mismo parque ya es una aventura en sí misma. Es habitual ver 4×4 en mitad de la carretera que han dejado de funcionar a causa de las duras condiciones del viaje.
Durante el recorrido, el coche va dando saltos y pasando por baches y piedras que hacen que tengas que protegerte la cabeza para no darte contra el techo del vehículo. Es fácil marearse, por lo tanto si eres de los que se marean, no olvides llevar contigo pastillas contra el mareo.
Después de dos horas de haber pasado por la puerta de entrada del Ngorongoro (la cual me recordó a la de Jurassic park), y de recorrer una larguísima extensión en descenso, llegamos a la puerta del Serengeti.
Nos llamó la atención el monumento llamado Olduvai Gorge. Se trata de un yacimiento arqueológico en el cual se han encontrado los primeros vestigios de civilización humana, tales como herramientas (piedras) y utensilios utilizados para poder adaptar el medio a los propios intereses humanos hace unos 2,5 millones de años. Parece ser, que la humanidad dio comienzo en África y aquí convivieron durante miles y miles de años nuestros antepasados.


No penséis que cuando hayáis pasado la puerta del Serengeti ya vais a ver animales. Aún queda un recorrido largo para llegar a la primera parada, un comedor al aire libre donde los turistas pueden estirar las piernas y comer.
Después de una hora para comer, retomamos el camino en nuestro 4×4 para ahora sí adentrarnos en la gran llanura inmensa del Serengeti. Una extensión enorme cuyos límites la vista no logra alcanzar. La verdad es que no te esperas tanta extensión, por mucho que te avisen. En esos momentos parece que estés en mitad de la nada.
Tuvo que pasar más de una hora y media para empezar a ver los primeros animales. Unas gacelas que corrían alrededor de nuestro coche y poco después vino el primer gran regalo que nos hizo el Seregenti. Un grupo de tres cachorros de león durmiendo sobre una pequeña roca.
Cuando ves una situación tan única cómo esta normalmente está lleno de coches, que se paran para observar el espectáculo.
Cuando llevábamos un rato observando los cachorros de león, descubrimos que el espectáculo no acababa aquí. Había una leona, que seguramente era la madre a unos 20 metros y estaba observando de frente la amenaza. Un par de enormes hienas que tenían la intención de dar caza a los tres leones pequeñitos. Las hienas no reculaban y la leona seguía muy atenta a los movimientos de los leones. Finalmente, después de considerarlo, las hienas decidieron no atacar a la madre, ya que defendería a sus crías con uñas y dientes (nunca mejor dicho).
Una regla de la naturaleza que nos enseño Patrick y que se puede utilizar para todos los animales, es que ellos solo utilizan la fuerza cuando deben, nunca hacen un mal uso de ella, porque si quedan debilitados pueden ser rechazados por la propia manada o ser una presa fácil para otro depredador. Por lo tanto, aún el más temible de los leones, se lo piensa dos veces antes de salir a cazar una presa. Aprovechar la oportunidad es la regla número uno de supervivencia en el mundo salvaje.



Este era el primer de los regalos que nos hizo el Serengeti, no sería el último, de hecho sería el primer de muchos. Ese mismo día tuvimos una grata sorpresa cuando a lo lejos de una gran explanada pudimos ver a unos guepardos tomando la fresca, tumbados entre la maleza.
Fue una grata sorpresa, ya que era el último gran felino que no pudimos ver en el Kruger 4 años antes cuando estuvimos en Sudáfrica y mira que lo buscamos durante días. De hecho, sería la primera vez y la última que los veríamos, pero los pudimos ver muy bien, cuatro ejemplares a la vez.

Más tarde, pudimos ver una manada de elefantes y una pequeña charca de hipopótamos donde se agolpaban entre ellos, mientras tomaban un relajante baño.



Después de un larguísimo recorrido durante todo el día y haber visto muchos animales. Llegó la hora de ir a nuestro campamento a hacer noche.
¿Cómo funcionan los campamentos? Os lo explicaré.
Para comenzar, los campamentos no tienen ninguna valla que corte el paso a los animales salvajes al recinto. Los viajeros dormimos en tiendas de campaña, fáciles de montar y desmontar. Dentro del campamento solo puedes encontrar tres pequeños pabellones abiertos. Uno la cocina, donde entran los cocineros y los guías a cocinar y también donde suelen pasar la noche. Otro, el comedor, donde los viajeros comemos y hacemos tertulia en las largas noches antes de ir a dormir. Por último hay un gran pabellón que son los lavabos y las duchas. Divididos por sexo. No esperéis encontrar ningún lujo, todo es muy rudimentario. Ello equivale a que cuando llevas más de 5 días de safari, el cansancio y las inclemencias del viaje se empiezan a acumular.
Seguramente os estaréis preguntando… ¿cómo es que ningún animal entra dentro del recinto? ¿Quién ha dicho que no entren? Cuando cae la noche, se recomienda no salir en absoluto de tu tienda de campaña, ya que pueden haber leones, hienas o un sinfín de cobras en la penumbra. Por lo tanto, si decides salir por la noche para ir al lavabo (que no está precisamente cerca) y sin ningún tipo de iluminación, que sepas que lo haces bajo tu cuenta y riesgo.
Susana y yo, nos despertamos en mitad de la noche y decidimos ir, yo sufría bastante por ella, porque estaba muy asustada. Habíamos escuchado historias de todo tipo de nuestro guía (Patrick). Como aquella en la que una noche al entrar al lavabo y cerrar la puerta principal, se encontró que en uno de los lavabos había un león y tuvo que poner pies en polvorosa antes de que el felino pudiera atacarle.
No es tan común que un león se acerque tanto a los humanos, pero sí que es muy habitual que las hienas visiten los campamentos por las noches. Para el que no lo sepa, una hiena es un animal poderoso y temible. Su mandíbula es la más poderosa de los animales que pisan la tierra. No estamos hablando por lo tanto de un tiburón. Es decir, presa que cogen, presa que destrozan con esa poderosa dentellada. Por lo tanto debes saber, que entre tú y la manada de hienas, no hay más que la tela fina de tu tienda de campaña.
Nosotros las escuchamos por la noche, las dos noches que hicimos en ese campamentos se les oía reír y también emitir otro sonido que pone los pelos de punta. Es circunstancias como esa es mejor no pensar. Si tiene que pasar algo ya pasará.
Finalmente adjunto una fotografía de nuestra tienda de campaña por la mañana, cuando amaneció e iniciamos nuestro primer día completo dentro del Serengeti en compañía de Patrick y la pareja de holandeses con los que ya habíamos tenido tiempo de conocernos durante la cena. Volveréis a leer más sobre esta aventura en nuestra próxima entrega de tejerutas, Parques Nacionales III.
