Si viajas a Sudáfrica es seguramente porque amas la vida salvaje y sus animales. ¿Hay algo más salvaje que poder ver un tiburón blanco en libertad? Gansbaai es la localización del planeta que concentra a más tiburones blancos de todo el globo y eso es una oportunidad que no debes dejar escapar!
Esta excursión la puedes hacer desde Ciudad del Cabo, te vienen a recoger allí mismo o puedes hacerla mientras recorres el sur de Sudáfrica en la denominada Ruta Jardín. Nosotros hicimos noche en Hermanus y al día siguiente hicimos esta excursión. Los denominados Shark Cage Diving son una actividad en alza en toda Sudáfrica ya que en la bahía de Gansbaii se pueden observar tiburones blancos, que son los más grandes si no contamos el amistoso tiburón ballena que no come carne y los buzos pueden nadar con ellos tranquilamente. El tiburón blanco es un animal tan temido como incomprendido y películas como tiburón no le han ayudado en absoluto. No son máquinas de matar, son cazadores perfectos que la naturaleza ha perfeccionado durante siglos y son necesarios para conservar el complejo ecosistema marítimo. Cabe decir que es una actividad bastante segura y ademas sirve para conocer y proteger a estos animales.
En Gansbaii se concentran un sin fin de focas marinas en Dyer island y por lo tanto es el mercadona de los tiburones blancos. Además la legislación sudafricana protege a los escualos. Por lo tanto en Gansbaii encuentran seguridad y comida. ¿Se puede pedir más?
El Shark Cage Diving se puede contratar con una de las cientos de empresas locales que operan y que hacen más o menos la misma actividad. Nosotros lo hicimos con una empresa que aparte de ofrecer esta excursión también ofrece hospedaje, aunque nosotros no nos hospedamos en Gansbaii. Por la mañana te recogen y te dan el desayuno en su local mientras te hablan sobre el habitad marino del lugar y sobre los tiburones. Seguidamente te hacen firmar un documento en el cual se libran de toda responsabilidad si algún tiburón te come (muy típico en toda Sudáfrica) y te explica cuatro reglas básicas de seguridad.
Una vez recibida la charla, es hora de ir al bote. Una vez allí y mientras se desplaza a la zona donde ellos creen que encontraran grandes blancos, te vistes con el traje de neopreno que te prestan para que puedas hacer la sumersión. Muy importante, comprad pastillas contra el mareo, puesto que es muy probable que os mareéis y entonces la diversión se habrá terminado. Da igual que estéis habituados a pillar barcos, en Gansbaii chocan dos oceanos (Atlántico y Pacífico) y las corrientes son muy fuertes, además el agua esta helada. Un frío que se te pasa en cuanto aparece el primer tiburón y puedes observar a una de esas maravillas en su habita natural. Recuerdo que había una pareja de Mallorca y el chico se puso malísimo, le dio un corte de digestión y empezó a vomitar por la borda, es una situación muy típica si no tomas las pastillas contra mareo.
Recuerdo que no tenía muy claro eso de bajar a bañarme con uno de esos bichos pero cuando vi aparecer el primero sentí una necesidad imperiosa de verlo bajo el agua. Así que te metes en la jaula junto a tres o cuatro personas más y esperas a que aparezca. La espera se puede hacer larga, más que nada porque hace mucho frío pero merece la pena. Verlos en directo es ver un animal majestuoso, tranquilo y curioso que se acerca a ver quienes somos. Normalmente los botes van con unas 20 personas, hay muy poco espacio y bajáis en grupos de 4 o 5 personas. Una vez en el agua esperas allí mientras el instructor va observando desde arriba, si ve algún tiburón avisa por cual dirección viene. Los tiburones son atraídos porque tiran sangre y restos de otros peces al agua.
Casualidad o no, los tiburones siempre aparecían cuando abríamos la jaula (que se abre por la parte superior) y se realizaba el cambio de personal. Yo una vez saliendo de la jaula tenía a tocar el tiburón con mi mano ya que pasaba justo al lado. Una chica se puso mala y salió del agua y me dieron la oportunidad de bajar una vez más. En total bajé cuatro veces. No todos los turnos vieron aparecer un tiburón ya que su visita no está garantizada al tratarse de animales salvajes. En todo caso verlos desde el bote también tiene su gracia y en ocasiones tienes mejores vistas.
Bajé en el último turno antes de irnos. Llevábamos rato y no aparecía ninguno. Cuando finalmente el hombre abrió la jaula por arriba para empezar a subir y marcharnos apareció un tiburón. Este surgió de la nada y rápidamente se acerco a la jaula, con tal velocidad que prácticamente no lo ves, cuando me di cuenta estaba chocando contra ella. Estos animales son tan rápidos que si algún día te quieren atacar, puedes estar tranquilo/a que no te vas a enterar de nada, cuando veas el tiburón es que te está comiendo. La sensación fue increíble como saltar en paracaídas un subidón de adrenalina espectacular. Fue una de las mejores sensaciones que he tenido en mi vida.
Ese día vimos cinco blancos y la verdad es que tuvimos mucha suerte. Al acabar nos volvieron a llevar al recinto de la empresa y allí comimos todos juntos mientras el guía comentaba como había ido el día. Al acabar puedes comprar un pequeño video montaje sobre la excursión, yo lo hice porque creo que era una experiencia única y aunque había grabado con mi GoPro también quería tener la grabación de la empresa. El precio de este tipo de excursiones vale entre 90€ y 150€ depende la compañía que contrates. En mi opinión merece la pena si te gustan los tiburones, y siempre quisiste ver a uno de estos. Puedes ver un video mío en el siguiente link