Ahora incluso han abierto una cafetería con gatos en Barcelona y Madrid pero hasta hace poco solo podías visitar un CatCafe en Japón. Nosotros te contamos como fue nuestra experiencia.
Visitar un Catcafe se hace imprescindible si eres un amante de los animales y especialmente como nosotros de los felinos. Hay cientos de Catcafes en Tokio y puedes elegir prácticamente uno por barrio, el que te pille más cerca cuando te apetezca echar una hora con tus amigos los felinos. Nosotros elegimos un Catcafe cerca de la estación de Ueno en la planta 4 de un edificio céntrico. El sistema es muy sencillo, al entrar hablas con el/la amable japonés/a que regente la cafetería y acuerdas cuanto tiempo quieres estar. Ten en cuenta que no son precios baratos, por ejemplo unos 45 minutos salía a unos 15€ por persona si no recuerdo mal. Esta fue la tarifa que elegimos. Dentro puedes servirte refrigerios por el precio de la entrada y puedes elegir uno de los cientos de cómics manga que hay en las estanterías (evidentemente en japonés) mientras acaricias a gatos de todo tipo o simplemente dejas que te acompañen.
Entramos a eso de las 16:00h y no había prácticamente nadie salvo un japonés que iba con una cámara enorme de esas que los japoneses suelen llevar. En un momento determinado un gato le pegó a otro y éste salió corriendo con la desgracia que golpeó la cámara del japonés cayendo al suelo y rompiendo el objetivo de su cámara. La imagen fue hasta cierto punto graciosa, la reacción de las japonesas que regentaban la cafetería fue ponerse a gritar al unísono »oooooohhh».
El chico de la cámara pareció resignarse y tomarse con calma el tema, parece ser que las propias trabajadores se pusieron en contacto por teléfono con la aseguradora para que le cubriera la cámara rota, pero claro eso fue solo mi impresión porque todo lo hablaron en japonés. A nosotros nos encantó la experiencia y aproveché para grabar un montón de vídeos con la Gopro. Susana estaba encantada persiguiendo a estos pobres felinos, aunque los notamos algo bordes ya que no querían mucho trato con nosotros. Cabe decir que los gatos tienen zona de seguridad y cuando no quieren saber nada de ti, se marchan a otra habitación a la cual los clientes no pueden acceder, cosa que me parece acertada.